Discriminar es el acto de reconocer las diferencias. Ninguna de las personas que nos rodea es igual a otra. Sus características físicas e intelectuales, sus opiniones y gustos, su pasado y su futuro, son únicos e irrepetibles.
Todas las personas construimos nuestra identidad sabiendo que somos únicas en el mundo. Esto nos hace sentir especiales, pero también un poco solos. Por eso buscamos acercarnos a grupos y compartir intereses, necesidades y gustos, nos da sentido de pertenencia.
En la interacción social, el acto de reconocer las diferentes es inherente a los seres humanos. El problema surge cuando esta discriminación se usa al servicio de la marginación, la segregación y la desvalorización social de personas o grupos, por motivos de sexo, nacionalidad, edad, religión, raza, prácticas sociales y culturales, situación familiar, situación económica y social, aspecto físico, capacidades intelectuales y/o motrices, problemas de salud, entre otros.
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